El Rayo Vallecano y el Atleti de Madrid echaban el cierre a la jornada 23 de la Liga Iberdrola. Las ocho y media era la hora marcada para que el esférico comenzara a rodar en la Ciudad Deportiva vallecana, ya noche cerrada y con una temperatura que invitaba a los asistentes a no dejarse las prendas de abrigo en el armario de casa.
Pese a ser miércoles, algunas tendrían que madrugar al día siguiente, y con la pesada losa de que también se jugaba jornada de Champions masculina, las aficiones de ambos conjuntos no faltaron a la cita dando color y también calor al evento. Los hinchas llenaron la pequeña grada del ¿estadio? y todo el perímetro habilitado para los espectadores. Incondicionales cantando, aplaudiendo, ondeando banderas, dando apoyo, fuerza y ánimos a sus jugadoras. Tanto los de la raya como los de las rayas, aunque estas anoche vistieran de azul.
Es una pena que un equipo como el Rayo Vallecano Femenino, con una afición leal y bulliciosa no dispute sus encuentros como local en un escenario más acorde a la grandeza de sus jugadoras y seguidores. No es tarde, nunca lo es, para que presidente, junta directiva o quien corresponda se pongan manos a la obra y doten al Femenino de lo que realmente se merece. Apoyar el deporte femenino, en este caso el fútbol, es el camino. ¿Abrir el estadio de la Avenida de la Albufera? Podría ser una solución, probablemente la mejor.
Ajenas, o tal vez no, a este galimatías las 22 protagonistas saltaron al terreno de juego dispuestas a hacer lo que saben, jugar al fútbol. Las rojiblancas que ya conocían el resultado obtenido por el Barcelona, que con su victoria del día anterior habían reducido la distancia a tan solo tres puntos, quisieron desde el principio volver a situarla a seis, y así afrontar «la madre de todos los partidos» del domingo en el Metropolitano en la mejor de las situaciones.
El acoso a la meta de Alicia fue constante, comandadas por Meseguer, timón del equipo, y secundada esta por Dolores, que cuajó el mejor partido desde que porta el escudo del oso y el madroño, las rojiblancas no dieron un segundo de descanso a las de Irene Ferreras. Por su parte el Rayo no se amilanó: se echó atrás, junto lineas y se parapetó dispuesto a resistir las cargas visitantes. Lo de ver de cerca a Lola Gallardo fue un sueño imposible. Pero al menos la primera parte del plan no fue del todo mal, el Atleti pese a tener el balón en propiedad y acometer la defensa rayada de una y mil maneras, tan solo consiguió un gol. Aleixandri de cabeza la mandó a guardar y Alicia tuvo que entrar a recogerla del fondo de su meta.
Descanso. Las jugadoras a recuperar fuerzas y planificar la segunda etapa y los aficionados a cenar. Vuelta al verde, las atléticas rápidamente mutilaron cualquier intento de rebelión vallecana, Dolores pidió en propiedad la banda izquierda y ejerció de dueña. Dos jugadas, dos centros, dos goles. Minutos 52 y 54. Esther y Kenti Robles. ¿Visto para sentencia? Pues sí, el 3 a 0 resultó suficiente, la defensa colchonera no tuvo problemas en deshacer los tímidos ataques franjirojos, e incluso las visitantes tuvieron claras oportunidades de incrementar la ventaja ya que Amanda lanzó a la madera una falta directa, y Olga García hizo lo propio con un disparo marca de la casa, aunque en esta ocasión hay que darle mucho mérito a Alicia que desvío lo suficiente para que el esférico no entrara y se estrellara en el larguero. Finalmente, resultado justo y buen espectáculo.
Ficha técnica:
RAYO VALLECANO: Alicia, Andújar, Auñon, Camila Saez, Mendioroz, Perarnau, Silvia ( Yael Oviedo 72´), Sheila (Raquel 79´), Pilar García (Masdeu 78´), Eva Alonso y Altuve (Angeles 67´).
ENTRENADORA: Irene Ferreras
ATLETICO DE MADRID: Lola Gallardo, Kenti, Aleixandri, Linari, Menayo, Angela Sosa (Chidiac 73´), Meseguer (Kaci 67´), Dolores, Jenni (Olga Garcia 57´), Esther y Ludmila (Amanda 57´).
ENTRENADOR: Sánchez Vera
GOLES: 0-1 Aleixandri min. 15. 2-0 Esther min. 52. 3-0 Kenti min. 54.
COLEGIADA: Sánchez Miguel. Mostró tarjetas amarillas a Dolores min. 57, Linari min. 66 y Kaci min. 77.
Autor: Emilio Mahugo
Fotografía: Lorena Peña