Tras el bajón anímico que ha supuesto entre la hinchada colchonera la dimisión de Sánchez Vera, sin lugar a dudas la noticia de la renovación de contrato de la delantera Ludmila hasta el año 2023 es un empuje de adrenalina considerable. El Atlético de Madrid podrá contar en sus filas con la velocidad, goles y asistencias de la brasileña por tres temporadas más, todo un acierto por parte de la directiva y con toda seguridad los aficionados y aficionadas rojiblancos están de enhorabuena y de celebración.
Ludmila Da Silva llegó a la entidad colchonera en 2017 y nada más pisar el verde dejó sobre la mesa sus cartas de presentación, una velocidad descomunal, endiablada, fuera de lo normal. Era capaz de llegar a balones imposibles, aparecía por cualquier lado del ataque atlético para robar pelotas que las defensas, confiadas ellas, pensaban que estaban seguras. Todo un martirio para cualquier retaguardia. Durante su primera temporada en el club se le achacó a Ludmila que fallaba más de lo deseado a la hora de finalizar y concretar sus jugadas, como si quisiera hacerlo todo a muchísima rapidez y careciera de la pausa necesaria en el instante final. En curso anterior la brasileña mejoró bastante esta falta de acierto en el último momento, eso sí, sin perder un ápice de velocidad, lo que la convertía en más peligrosa todavía. En la actual temporada la progresión de Ludmila ha continuado por muy buen camino. Parece más asentada y más habilidosa con el cuero en los pies, y todo ello, insistimos, siendo el relámpago hecho jugadora de fútbol. PELIGRO con mayúsculas desde la P hasta la O.
La internacional por Brasil ha manifestado tras la firma de su nuevo contrato encontrarse muy dichosa por haber ampliado su compromiso con un club al que tiene muchísimo cariño, donde es feliz y donde quiere seguir aprendiendo.
No hay duda que la evolución de Ludmila continuará y con ello su calidad futbolística. Las rojiblancas pueden estar muy contentas, la renovación de Ludmila Da Silva es motivo para ello.
Ya va saliendo el sol.
Autor: Emilio Mahugo
Fotografía: Alejandro Reguero