Se dieron todos los ingredientes para que el espectáculo relumbrara con todo su esplendor. Mañana de domingo soleada, sin una nube en el cielo que entorpeciera el brillo del astro rey. Temperatura muy buena, excelente para ser diecisiete de febrero. El estadio luciendo un aspecto excelente con las gradas totalmente ocupadas. Y por supuesto, lo más importante, dos de los mejores equipos de la Liga Iberdrola, para ser más precisos, los dos primeros de la clasificación. Por si todo esto pudiera resultar insuficiente y, aún a riesgo de sufrir una sobredosis de emoción, las semifinales de la Copa de la Reina son a partido único: uno vuelve a casa, el otro viaja a Granada.
Con todos estos componentes a las once de la mañana dio comienzo el show en el Cerro del Espino. Vaya por delante que el encuentro lo ganó el equipo que más ejerció de sí mismo, más allá de ausencias o de sistemas, el Atleti fue más fiel a sí mismo que Romeo a Julieta, lo hizo cuando dispuso del balón y en los tramos, no muchos, que el Barcelona lo poseyó. Lo consiguió cuando ejerció el control y el tempo, casi siempre, y también cuando las azulgranas impusieron su ritmo. Persistió en este ejercicio de fidelidad, defendiendo los ataques del Barça y como no, en los contragolpes de Ludmila.
Y es que cuando el Atleti ejerce de Atleti, suele ocurrir siempre, es un equipo muy poderoso, complicado de batir, claro está que enfrente tenían a un gigante, el Fútbol Club Barcelona. Un conjunto que posee jugadoras de primerísimo nivel, con una calidad técnica rayando en la perfección, que es capaz de desarrollar un juego colectivo vistoso y eficaz, que consigue desbordar con toque y con pase largo. Una máquina de hacer buen fútbol. No obstante, esta mañana en Majadahonda el Barça no ha podido profesar el rol del Barça, y es que delante tuvo al Atlético de Madrid, un conjunto muy hecho, de nota alta, de sobresaliente y que atesora un baúl repleto de cualidades y de adjetivos extraordinarios para definir su juego. El Barça inició el encuentro arrinconando a las rojiblancas, sin embargo, fue muy efímero, las locales se sacudieron el dominio y comenzaron a realizar su labor.
Las azulgranas estuvieron imprecisas como si en la claridad de su juego hubiera una niebla que las impidiera ver con nitidez la jugada, a ello contribuía el pegajoso marcaje de las atléticas. Cuando chutaron a puerta adolecieron de esa pizca de maldad que tiene todo disparo que se aloja en las redes, bien es cierto que Lola Gallardo se encargó de que el balón no traspasara la línea de gol. Tal vez el mazazo del miércoles en partido de Liga les pesaba demasiado en las piernas o en las ideas.
Así y todo el Barcelona gozo de oportunidades, disparó a puerta y, en todo momento, mostró intención, incluso estuvo a punto de conseguir que los últimos cinco minutos hubieran sido no aptos para corazones sensibles, ya que estrelló un balón en la madera que de haber entrado hubiera supuesto el dos a uno y hubiera convertido esos trescientos segundos en una taquicardia continua para los aficionados colchoneros.
El Atleti a lo largo del encuentro dispuso de ocasiones para abrir y más tarde para incrementar el marcador, así las colchoneras conquistaron su primer gol en el minuto cuarenta y uno, lo que se suele llamar un gol psicológico, sin tiempo para que el rival reaccione. Ángela Sosa dispuso de un balón parado en el lanzamiento de una falta, y cuando la siete tiene esta opción el rival puede temerse lo peor porque Ángela acaricia la bola con tanto mimo y cariño como una madre la cabeza de su hijo y con la mima precisión que el mejor de los relojes suizos, colocó la pelota en el área azulgrana, y por tres veces las rojiblancas tocaron el esférico con la testa, la postrera de ellas, Ludmila que hizo inútil la estirada de Paños. Imperdonable para cualquier defensa.
Volvieron del descanso y si alguien pensaba que el Atleti se iba a echar atrás a esperar que el tiempo pasase, es que no ha visto anteriormente a este equipo. Tampoco el Barcelona salió a morder, como si diera por hecho que los cuarenta y cinco minutos restantes serían suficientes para voltear la situación. El encuentro continuó desarrollándose con las mismas situaciones, aunque ahora ya las manecillas del reloj azulgrana volaban y acotaban las posibilidades de éxito culé.
Y entonces Ludmila se salta el libreto y sin despojarse de su papel, velocidad, velocidad y fuerza, se coloca además el hábito de excelencia, de toque fino y sutil. En un saque de banda visitante roba el balón se mete en el área, aguanta el ‘recadito’ de la defensa, dribla y ante la salida de la portera, con la punterita cruza la pelota que se encamina plácidamente buscando el fondo de las redes como el hijo prodigo el hogar de sus padres. El estadio se vino abajo. Lógico. No era para menos.
Tan solo era el minuto sesenta y uno, pero en la luminosa matinal madrileña se percibía que sería suficiente, que si el Atleti no perdía los papeles el Barcelona sería incapaz de ejercer el suyo. Y así fue. Dos a cero. Sería justo destacar el partido tan inmenso que ha realizado Laia Aleixandri, jugando no de central, sino de lateral derecho, ha sido capaz de secar a Martens y cuajar una sensacional actuación. Esta mujer va a más en cada partido y no parece que tenga techo. Las colchoneras están de enhorabuena por ello también.
Ficha técnica:
Atlético de Madrid: Lola Gallardo, Linari, Aleixandri (Calligaris 58´), Tounkara, Kaci, Menayo, Meseguer, Ángela Sosa, Amanda Sampedro (Olga garcía 77´), Jenni Hermoso (Dolores 87´) y Ludmila (Esther 92´).
Entrenador: Sánchez Vera
FC Barcelona: Paños, Mapi León, Torrejón (Candela Andujar 83´), Leila, Pereira, Kheira Hamraoui (Duggan 68´), Alexia, Vicky Losada, Aitana (Asisat Oshaia 62´), Mariona y Martens.
Entrenador: Lluís Cortés
Goles: 1-0 Ludmila min. 41. 2-0 Ludmila min. 61.
Colegiada: Huerta de Aza. Amonestó con tarjeta amarilla a Tounnkara min. 8, Aitana min. 58 y Jenni Hermoso min. 65.
Autor: Emilio Mahugo
Fotografía: Alejandro Reguero