Levante y Atlético de Madrid se habían visto las caras hace tan solo unos días en la final de la Supercopa, el resultado al finalizar los noventa minutos ha sido el mismo, bueno, digamos que hay un «ligero matiz» que los hace diferentes, el color del marcador. Si bien la final se tiñó de rojiblanco, en el de liga lo ha hecho de azulgrana.
Las dos escuadras comenzaron el encuentro marcadas por las bajas, numerosas e importantes. La naturaleza también quiso exhibir su impronta y lo hizo dejando su sello con el peor enemigo de los que acaban de salir de la peluquería y de los que pretenden jugar al fútbol, el viento. Eolo se empeño en soplar con ímpetu y en honor de las jugadoras hay que decir que a pesar de la insistencia del persistente elemento, el juego no se vio deslucido.
El Levante saltó a su cancha dispuesto a hacer frente al Atleti y a la ventolina y se convirtió en un vendaval. En las filas rojiblancas estaba por resolver el galimatías del centro del campo donde tan solo Meseguer contaba con la vitola de mediocampista nata. La creación colchonera reposaba en sus hombros, como siempre pero esta noche con mayúsculas. Pero no nos desviemos de las azulgranas, de ellas es el mérito de poner en aprietos a la defensa rojiblanca, anular la sala de máquinas y tener a Ludmila desasistida. Las locales imprimieron un ritmo fuerte cuando poseían el balón y una intensidad agobiante cuando tenían que recuperarlo. Las visitantes intentaban compensar el esfuerzo contrario, lo conseguían, otro cosa era hilvanar jugadas para llegar hasta las redes granotas.
En este toma y daca llegó el primer gol. Pelota a la banda para Esther, defensa que está descolocada, cambió de juego, ayuda que no llega, delantera que la empuja. Uno a cero. Pim pam pum. Fácil, sencillo. Bonito cuando las cosas salen bien que decían en una serie de los ochenta. A poco las jugadoras de la orilla del Manzanares a base de empuje ponen cerco a María y gozan de ocasiones claras que se ven deslavazadas por el buen hacer de la arquera. Las contras del Levante herían como agujas y a punto estaban de causar un vuelco todavía mas irremediable en el marcador.
De vuelta en el verde, el escenario se transformó en tragedia, del lado rojiblanco, para las levantinas en un paraíso soñado. Una pelota que Tounkara debería haber controlado sin ningún problema, una acción carente de peligro, mal control, presión de Alba, pérdida, tiro colocado, y gol. Pim pam pum punto dos. Tounkara no tuvo la noche, nadie vistiendo rayas rojas y blancas la tuvo, y en estos casos si el rival tiene las ideas muy claras y sabe jugar, es más fácil que el Titanic vuelva a flote que evitar el desastre.
Los cambios de Sánchez Vera, a mi juicio acertados, no solucionaron el poco efectivo juego rojiblanco. El tiempo y el marcador ponían plomo en las piernas visitantes, en las locales, frescura. Se acentuó al máximo el desenlace con otra magnifica presión al borde del área, pérdida, zapatazo y gol. Pim pam pum versión tres. Corría el minuto 70, la etapa levantina se empinaba cada vez más para el Atleti. En su haber hay que admitir que continuó intentando hacer daño en las redes contrarias, aunque para entonces el Levante era un gigante al que resultaba imposible hacerle doblar la rodilla.
FICHA TÉCNICA
Levante: Maria, Rocio, Alharilla, Jucinara (Lucía 93´), Cometti, Méndez, Toletti (Iannuzzi 84´), Zornoza, Banini (Andonova 79´), Esther y Alba.
Entrenadora: María Pry
Atlético de Madrid: Lindahl, Guagni (Kazadi 54´), Tounkara, Aleixandri, Van Dongen, Meseguer, Duggan (Ajara 46´), Bonetti (Bernabé 46), Knaak (Ajibade 54´), Deyna y Ludmila (Laurent 78´).
Entrenador: José Luis Sánchez Vera
Goles: 1-o Banini 21´. 2-0 Alba 50´. 3-0 Alba 73´.
Colegiada: Arantza Gallastegui
Amonestaciones: Tarjeta amarilla para la jugadora rojiblanca Tounkara 86´.
Autor: Emilio Mahugo
Fotografías: Levante UD