ACOLFUTPRO (Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales), reveló hace una semana la situación que viven las mujeres futbolistas en Colombia. La liga femenina o mejor, el torneo de 4 meses con 18 equipos, que se acordó para iniciar a finales de abril, hasta ayer, sólo tenía 3 equipos con contratos de trabajo hechos con las futbolistas: América de Cali, Atlético Nacional e Independiente Santa Fe. No obstante, los 18 equipos de la liga ya habían iniciado pretemporada; lo que significa que la mayoría de las jugadoras iniciaron sus actividades sin firman un contrato, sin remuneración, ni seguridad social. Hoy, tras la suspensión del fútbol en el mundo, la situación de las jugadoras se ahoga, aún más, en el silencio habitual de su situación laboral. El encierro les ha llegado en apartamentos recién alquilados de ciudades alejadas de sus familias o en casas de hospedaje de sus clubes sin salario para cubrir su alimentación, los servicios públicos o la salud en caso de presentarse un contagio. A esta situación se sumó en las últimas horas el anuncio de Independiente Santa Fe que decía haber llegado a un “acuerdo” con los jugadores de rebaja de su sueldo y con las jugadoras – que sólo cobraban el 50% del salario por estar en pretemporada- la suspensión del contrato.
Con cada cosa que esta generación de deportistas logra, una siente que el siguiente capitulo del fútbol femenino en Colombia será más fácil de leer. Pero, la realidad es otra. No ha bastado con que ellas se abran espacios en Italia, Grecia, China y España. Que sea esta la generación que logró clasificarse para el mundial del 2015 y los olímpicos del 2016; ganarle a Francia y empatarle a Estados Unidos. Traerse una copa libertadores desde Brasil y un oro panamericano. Ellas hoy no tienen fútbol con la selección, ni contratos con sus clubes. “el fútbol femenino en todo el mundo crece más, pero no sabemos cómo explotar ese crecimiento. Para mí, no elaboran un plan a largo plazo para que la liga se sostenga” decía Leicy Santos mientras jugaba FIFA en el programa ‘La Titular’ de CableNoticias. Tras la llegada de la pandemia, es claro que dicho plan en la DIMAYOR (División Mayor del Fútbol Colombiano) no existe para el futbol femenino y que, para el futbol masculino, parece difuso y concentrado -en términos de regalías- en unos pocos. Paso los días de mi cuarentena viendo partidos viejos y me pregunto si cuando el fútbol regrese: ¿podrán los poderosos ganar un poco menos y aprender sobre el fútbol femenino como nuevo producto?; ¿entenderán los clubes que no pueden reducirse a garantizarle a un puñado de hombres sus derechos como trabajadores?; ¿conseguiremos algún día que los dirigentes del futbol no teman a la palabra “genero” ni al objetivo máximo del deporte como desarrollo de relaciones sociales de todos y todas?; ¿Los jugadores de la selección Colombia saldrán del silencio y fijaran su posición frente a esta discriminación algún día?; y es que “Al final uno es colega y como colegas deberíamos apoyarnos” bien dijo Leicy después de ganar su partido en FIFA.
Colombia ha resultado ser, en los tiempos del virus, la patria donde la Federación de fútbol no habla del fútbol local, de la DIMAYOR como una empresa privada que se interesa de repente por el estado financiero de los clubes de fútbol en el país pidiéndole ayuda al Estado, de los clubes de fútbol que no pueden sostenerse durante el parón, no importa lo corto o lo largo que sea y de un canal premium prepagado que nadie quiere pagar. Colombia, mejor dicho, ha resultado ser lo que es: un país desigual (Gini 2018: 50.4), mayoritariamente informal (58 % o 64 % dependiendo de la definición) y machista (Índice de Genero: 94 de 162, UPUN 2018). Que dicha así no suena a contracción general de la economía, sino a “ACOLFUTPRO revela que…”.
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