Cuando comience el Mundial 2023 que se celebrará en Australia, se cumplirá cerca de medio siglo desde que Nueva Zelanda alineó su primera selección nacional femenina. Las Football Ferns debutaron en 1975 en la primera edición de lo que más tarde se convertiría en la Copa Asiática Femenina de la AFC.
Decir que la naturaleza del fútbol femenino en Nueva Zelanda ha cambiado drásticamente desde entonces sería quedarse corto.
Los prejuicios con los que se estereotipaba la imagen de la mujer, los cuales hacían impensable socialmente que estas jugasen al balompié igual que los hombres y a consecuencia de ello la precariedad que había en el fútbol femenino era inimaginable.
Una invitación de la Confederación Asiática de Fútbol Femenino impulsó a las tres asociaciones femeninas activas (Auckland, Wellington y Canterbury) a formar rápidamente la Asociación de Fútbol Femenino de Nueva Zelanda.
“Nuestro primer trabajo fue recaudar dinero”, dijo en una entrevista a FIFA la primera capitana de Nueva Zelanda, Bárbara Cox.
“Un método era ir a los pubs diciendo ‘20 centavos por un beso‘, y otro era literalmente caminar de un lado a otro de la calle con una caja que decía ‘podría donar dinero’. Éramos unas cuatro que recaudamos un poco de dinero así”.
“En ese entonces no había tantas oportunidades para recaudar dinero. También hicimos lavado de autos. El gobierno aportó algo de dinero y cada una de nosotras tuvo que pagar 100 dólares cada una”.
«Lo primero que hice cuando llegamos a Hong Kong para el torneo fue comprar unas botas. Los fabricantes no pensaban que las mujeres jugaran, así que si eras talla 5 o menos, tenías que jugar con botas de niños. Así que tuvimos que jugar con botas nuevas todo el tiempo, lo que nunca harías ahora».
Cox solo llevaba dos años jugando cuando debutó con la selección nacional, tal era la naturaleza embrionaria del juego.
Barreras culturales
Nueva Zelanda se recuperó rápidamente, ganando los cuatro partidos, cada uno de los cuales duró solo 60 minutos, en vez de los 90 minutos actuales. Las kiwis ganaron el torneo de seis naciones con una victoria sobre Tailandia luego de un triunfo en semifinales sobre Australia.
“Tuvimos una publicidad increíble cuando regresamos con la prensa, la televisión y la radio saludándonos en el aeropuerto”, recordó Cox. El equipo recibió el debido reconocimiento por sus hazañas, pero también se enfrentó a titulares condescendientes, entre ellos, ‘Magníficas goleadoras‘ y ‘El fútbol definitivamente va a los pájaros‘.
Tras el éxito en Hong Kong, se celebró una competición nacional de una semana de duración en 1976 y cada región pronto estableció una asociación de mujeres. Sin embargo, había obstáculos regulares que superar.
“Tuvimos problemas con el acceso al campo y, a veces, jugábamos en los terrenos de la escuela”, señaló Cox. “Siempre llegábamos vestidas para jugar porque nunca sabías qué instalaciones se ofrecerían”, añadió.
“Otro problema fue que muchos clubes no aceptarían jugadoras. Todavía había muchos hombres que parecían no querer que invadiéramos su área, o pensaban que saldríamos lastimadas”.
“Luego, por supuesto, hubo muchos comentarios en la línea de ‘no deberíamos jugar porque no es como una dama’”.
“Pero al mismo tiempo hubo muchos hombres que nos ayudaron. Eso fue invaluable porque, por supuesto, no había mujeres que tuvieran experiencia en el entrenamiento. Eso fue brillante, y por un lado había hombres que realmente querían ayudar, y luego otros que no nos querían cerca de ellos«, indicó Bárbara Cox.
Los lazos familiares
Roy, el esposo de Barbara, jugó fútbol juvenil en el Brentford y el Queens Park Rangers. Él ayudó a armar el primer equipo femenino en su club Mt Eden en Auckland. Las dos hijas de la pareja, Michele y Tara, jugaron en la selección de Nueva Zelanda.
Increíblemente, y posiblemente en una primicia mundial, Barbara y Michele se alinearon juntas con los colores de la selección nacional en 1987. Ambos se complementaron como defensas centrales en un par de apariciones juntas para Nueva Zelanda.
«Michele era una muy buena jugadora y tiene mucha más técnica que yo«, reconoció Barbara. «Cuando jugamos juntas por primera vez, a nivel de clubes, me olvidé de mí misma al principio diciendo: ‘Vamos, cariño, pásame el balón’«, confesó.
Es comprensible que Cox esté encantada con las oportunidades únicas que ofrecerá una Copa Mundial Femenina en casa.
“La Copa Mundial Femenina Sub-17 de 2008 celebrada en Nueva Zelanda cambió la mentalidad de las personas, principalmente de los hombres, de que las mujeres jóvenes pueden jugar tan bien. Y creo que la gente se sorprenderá de lo alto que es el estándar”.
«Ahora que las Copas Mundiales Femeninas se transmiten por televisión en Nueva Zelanda, la gente es mucho más consciente de la brillantez de una nueva generación de súper estrellas del fútbol», aseguró.
«El fútbol femenino en Nueva Zelanda ha sido un deporte de gran crecimiento en los últimos 10-15 años y para las jóvenes y las mujeres ver a sus modelos a seguir en vivo en acción significa que 2023 es una oportunidad fantástica para inspirarlas y hacer crecer el deporte aún más», afirmó con rotundidad.
«El fútbol está bastante normalizado ahora como deporte para mujeres. Tomó mucho tiempo, pero creo que el Mundial lo llevará a otro nivel. No me sorprendería que entrara mucho dinero en el deporte femenino, tanto en Australia como en Nueva Zelanda después de esta Copa del Mundo».
«Siempre he sostenido que las mujeres pueden jugar tan bien como los hombres, menos la potencia y la velocidad. Como socióloga del deporte, eso siempre ha sido mi creencia. Simplemente no teníamos acceso a entrenadores de primera clase, entrenamiento físico y mental de primera clase. Ahora las mujeres están entrenando de la misma manera que los hombres y este es el resultado que obtienes», concluyó.
Autor: Luis Fernando Ramos
Fotografía: FIFA