La historia del Atlético de Madrid femenino no es posible entenderla sin la mención de dos nombres, María Vargas y Lola Romero. Ellas no marcan goles, ni paran penaltis, ni corren la banda; aunque ha sido el trabajo, la ilusión, la constancia, el esfuerzo y la fe que han transmitido y aportado por lo que están ligados a la historia reciente del club con la osa y el madroño en el escudo. Todo este cóctel en rojo y blanco, unido a una pléyade de jugadoras, técnicos y empleados excepcionales y, como no, al apoyo incondicional de la afición rendida a su equipo, ha conseguido que el Atlético de Madrid Femenino ocupe un puesto dentro de la élite del fútbol español.
Antes del binomio María-Lola ya existía el Atlético de Madrid Femenino, bajo el nombre de Atlético Villa de Madrid, eran los años 80, llegando el club de la orilla del Manzanares a conquistar el título de liga en 1990 y el subcampeonato en 1991, no siendo esto suficiente para seguir contando con el apoyo económico del por entonces Presidente-Dueño-Amo del club, Jesús Gil y Gil, con lo que como muchas otras secciones de la entidad, el equipo femenino desapareció del Atlético de Madrid. Algunas de estas jugadoras que se quedaron sin club pasaron a formar parte del Oroquieta Villaverde, conjunto que vivió momentos de esplendor y triunfo en la década de los noventa.
Nos encontramos ahora en 2001, el Coslada CF Femenino desaparece y su entrenadora María Vargas, ex jugadora del Atlético Villa de Madrid, y Lola Romero guardameta del conjunto, apoyadas por las jugadoras del primer y segundo equipo de la sección femenina del Coslada, logran convencer a los directivos del Atlético de Madrid para que retomen su actividad futbolística con el equipo femenino. María ocupa el puesto de entrenadora y Lola se hace cargo de la presidencia. Se pone pues, en la temporada 2001/02. el Atlético Féminas en marcha, aunque sin formar parte del organigrama oficial del club. Este por su lado aportaba las equipaciones, el escudo y campo de entrenamiento para las jugadoras. María y Lola se encargaron de buscar patrocinadores. El proyecto comenzó a rodar en la última de las categorías profesionales según la normativa de la RFEF, Primera Regional.
En la temporada 2002/03 se consiguió el ascenso a Primera Nacional, y lo mas relevante, el club Atlético de Madrid integró en su organización al Atlético Féminas pasando a denominarse Club Atlético de Madrid Féminas. En la temporada 2005/06 lograron el ascenso a la Superliga, habían arribado a la élite, donde podrían competir con excelentes conjuntos como el Rayo Vallecano, el Athletic de Bilbao, el Barcelona o el Levante entre otros. Lo mejor del panorama nacional.
Durante las dos primeras temporadas en Primera, María Vargas dirigió al equipo desde el banquillo, pasando después a ocupar la posición de directora deportiva. Continuaron años de asentamiento en la categoría, de mejora y de crecimiento a todos los niveles siendo en la temporada 2015/16 cuando por primera vez obtuvieron la recompensa a tanto trabajo en formato de título. Las colchoneras conquistan la Copa con Villacampa como inquilino del banquillo. En el verano de 2016 el Club integra a todos los efectos al equipo femenino en su estructura, lo que hasta entonces había sido un acuerdo ahora era oficial, a partir de aquí tan solo existe un Club Atlético de Madrid (Masculino y Femenino), siendo obviamente Enrique Cerezo presidente y por tanto Lola Romero pasa a ocupar el puesto de Directora General.
A partir de aquí la historia se convierte en más dulce y conocida, el Atlético de Madrid Femenino pasa a ser asiduo de la primera posición al final de curso. Tres ligas consecutivas peleando de tú a tú y venciendo en la contienda al Barcelona, disfrutando el club blaugrana de un presupuesto considerablemente mayor y arrebatando estrellas rojiblancas para ponerlas en la nómina del Camp Nou. Con todo, el Atlético de Madrid Femenino, consiguió de la mano de Villacampa primero y de Sánchez Vera después, tres títulos de liga y tres participaciones en la final de la Copa de la Reina. Mas allá de los trofeos conquistados está que el trabajo de tantos y durante tanto tiempo que ha conseguido hacer del Atlético de Madrid Femenino un conjunto con entidad propia y reconocible. Una escuadra cuya idea es dominar al contrario, tratar de conseguir el mayor número de goles posible en base al buen juego, el mimo y la delicadeza con el esférico. Elevando a la máxima potencia la versatilidad, el esfuerzo y el sacrificio individual en beneficio del colectivo.
Obviamente el Atlético de Madrid atraviesa unos años gloriosos, infinidad de jugadoras de alto nivel, internacionales absolutas, estrellas de los más altos cielos han engrosado, y continúan haciéndolo, la plantilla colchonera. Y si en España se han asentado en la cúspide, en Europa aún están lejos de esos puestos, se están dando pasos hacia adelante. estas últimas temporadas ha sido el todopoderoso Wolfsburgo el que las noqueado fuera de la competición. Aun así, en este curso han conseguido pasar las dos primeras eliminatorias, algo histórico, y mantienen intactas las posibilidades de acceder a las semifinales ya que el rival a batir aunque poderoso y temible, por conocido lo convierte en más accesible, el Barcelona.
La actual temporada esta siendo anómala para el Atlético de Madrid, para todos por la suspensión de partidos y el confinamiento general de la población como consecuencia del coronavirus, las rojiblancas caminaban por la competición bastante alejadas del líder, el Barcelona, como consecuencia de una serie de inesperados empates que han ensanchando la distancia en la clasificación, asentadas eso sí, en una segunda posición que asegura la participación europea del próximo año, y viendo como su banquillo es ocupado por un tercer inquilino. En los últimos encuentros parecía que el equipo volvía a conquistar las excelencias de antaño, y todo ha quedado en suspensión debido al mencionado virus. Eliminadas de la Copa de la Reina en otro desliz inexplicable, la temporada se presentaba como un periodo de transición, el pequeño pasito atrás para coger más impulso.
Autor: Emilio Mahugo
Fotografías: At. Madrid