Es lamentable que ocurran situaciones tan anómalas como la que vivimos en la actualidad. Muy triste. Perjudican notablemente al fútbol femenino y amenazan con causarle un daño irreparable. En la década de los 60, la mujer luchaba clandestinamente porque se la reconociese como persona para poder jugar al deporte que amaba: el fútbol. Tuvieron que superar muchos obstáculos para conseguirlo. Pero esas pioneras marcaron el paso para que las mujeres de hoy puedan jugar al balompié.
Sesenta años después, contemplamos atónitos como algunas herederas de aquellas Reinas del balón que desafiaron los cánones sociales, que relegaban a la mujer al cuidado de los hijos, a fregar platos y a zurcir calcetines, no tienen mucho interés en practicar ese deporte con la selección española. Son parte de una absurda guerra creada de la nada, por no se sabe muy bien quienes ni los propósitos de la misma. Muchas veces los árboles nos impiden ver el bosque. Cada uno que saque sus propias conclusiones. Sea como fuere, y más allá del “quítate tú que me pongo yo”, la situación actual es un insulto a esas pioneras.
Aunque solamente fuera por ellas, este penoso escenario de divergencias debería finalizar de inmediato. Y no nos engañemos, los medios de comunicación también tenemos la obligación de colaborar para resolver este asunto. Los sensacionalismos y los titulares están muy bien para vender y tener más lectores y audiencia, pero eso no es informar. Somos medios de comunicación no de desinformación. La misma palabra lo dice. Cuando el Cuarto poder se mete en cuestiones que no le competen o, mejor dicho, cuando trata de aprovechar e incluso generar situaciones a conveniencia propia, mal andamos. Puede ser que este vicio no sea generalizado, pero en cualquier caso mejor es colaborar para que esta categoría futbolística tenga la visibilidad que merece. Algo que poco o nada se ha procurado, pese a que nos gusta tanto hablar de igualdad en este país.
Por otra parte, dicen que el dinero lo puede todo y, como la fe, mueve montañas. No queremos jactarnos de falsas vanidades, solo de la realidad. Y esta es que Reinas del balón invierte en fútbol femenino, pese a no contar con unos grandes recursos económicos. Algo que no hacen todos. Esto nos llena de orgullo porque cumplimos con nuestro deber. El que tenemos con nuestros lectores para informarles y, sobre todo, con el fútbol femenino, al que no apoyamos solo de boquilla. Siempre lo hemos hecho, muchas veces en situaciones complicadas e incluso, como en la Arnold Clark Cup, lamentablemente en solitario, como único representante español frente a más de una treintena de extranjeros.
Desde luego, las polémicas multiplican la presencia de quienes, meses antes, no demostraban tener interés alguno en apoyar a la mujer futbolista, como décadas atrás tampoco gozaron del mismo esas pioneras de las que al principio hablábamos. ¿Es esta la sociedad que queremos para nuestras hijas, repetir los errores del pasado?
Por último, tenemos a los estamentos, a las instituciones. Es preciso caminar de la mano, trabajar juntos para construir un futuro mejor y más justo. Muchas son las cuestiones pendientes. Todas ellas es de justicia solucionarlas. Enumerarlas sería interminable, como parecen serlo las rencillas causantes de esas divergencias, las zancadillas que se ponen unos a otros y que solo causan mal al fútbol femenino. En las guerras no hay vencedores, solo vencidos. Avergoncémonos aquellos que las causamos.
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