Este fin de semana hemos cerrado la sesión de partidos de esta jornada de diferentes categorías con una noticia que nos ha sobrecogido a todo el mundo del fútbol femenino.
Una vez más, una jugadora ha denunciado un hecho lamentable en un partido de fútbol. Esta vez, Karolina Sarasua, de tan sólo 17 años, jugadora del Osasuna, ha hecho llegar a través de las redes sociles, los insultos que un grupo de chavales la gritó durante el partido. Insultos que a parte de ser denigrantes para la mujer, eran también denunciables al ser amenazantes para la vida de la jugadora.
Lo peor de todo, es que era un grupo de chavales jovenes, muchos ellos menores de edad. Que vieron simpático insultar y gritar a la jugadora dichos improverbios. ¿Qué clase de enseñanza le estamos dando a las nuevas generaciones, para que adolescentes y jóvenes vayan a un partido a insultar?
Insultos machistas y amenazas perjudican el bienestar de una jugadora menor de edad en un partido de fútbol.
Los hechos se produjeron en un partido de Primera Nacional Femenina, del grupo 2, en el partido que enfrentaba al Nueva Montaña y el filial de Osasuna.
Un grupo de chicos, subidos a una de las vallas del estadio, fueron los autores de los insultos y amenazas contra la delantera del filial del CA Osasuna, que también es internacional en categorías inferiores
Y sobre todo, ¿cómo puede ser que los insultos, vejaciones y amenazas duraran los noventa minutos del partido?.
¿Dónde estaban las fuerzas de seguridad para parar tal tormento de la jugadora? ¿Cómo es que ningún espectador cercano dio la voz de alarma?.
¿Somos conscientes del daño que hacemos a esa jugadora con esos insultos?. Lo que dañamos su autoestima, y su derecho a desarrollar la actividad sin que por ello una manada de energúmenos promuevan el odio. Porque este tipo de acciones son violencias por ser mujer, y es un delito ya que generan odio contra un colecticvo.
Si en Primera División masculina, hubo un gran bullicio, cuando un aficionado insultó con la palabra «negro» a un jugador del Valencia CF. Y el partido se tuvo que parar, e incluso se miró el suspender el encuentro. ¿Cómo una jugadora de fútbol, siendo encima menor de edad, tiene que aguantar durante noventa minutos esa presión?
La jugadora ha declarado, que en ningun momento quiso parar el partido, pero sí que acabrá cuanto antes. La joven deportista pudo sentir incomodidad e incluso miedo, aunque ella no lo quiera reconocer.
Pero como no es un hecho aislado, si no que se prolonga en el tiempo. Hay que recordar los comentarios machistas de un árbitro de fútbol en febrero del 2020. El equipo de fútbol femenino Crevillente FC utilizó, como en este caso, las redes sociales, para denunciar los comentarios machistas del árbitro principal del encuentro. El hecho en cuestión fue porque el colegiado terminó el partido antes de tiempo. Y las jugadoras se quejaron de la acción tan rara del colegiado. A lo que este las increpó con palabras como: «sois unas nenazas«, «no sabéis hacer nada«, o «cállate que tú no sabes nada de fútbol«.
Pero, más lejos aún, en 2015, la colegiada Águeda Rodríguez también sufrió violencia sexista.
La colegiada Águeda Rodríguez, que por esa época tenía tan sólo 17 años, debutó en mayo del 2015 como árbitra en un pueblo de Granada, llamado Armilla de 23.000 habitantes. Las agresiones a la colegiada comenzaron cuando por reglamentación estipulada tuvo que expulsar al técnico del equipo local. A partir de ahí, la profesional sufrió insultos graves de todo tipo, que al final del encuentro se reflejaron en el acta. Los insultos y faltas de respeto fueron tan graves como: «Te vas a enterar, zorra«. «Está comprobado que sólo sabes chupar pollas«. Y , «eres una gorda, que no mueves el culo. Sólo vales para limpiar lavabos«.
La colegiada tuvo que abandonar el campo con la ayuda de los asistentes, y de su madre.
La colegiada, tras esos hechos, declaró que iba a seguir luchando, y actualmente sigue arbitrando la categoría masculina de Tercera División.
Miles son los casos, que las mujeres han tenido que sufrir por dedicarse a lo que más les gusta. ¿Hasta cuando vamos a tener que seguir sufriendo, para poder dedicarnos a nuestras pasiones y trabajos?
Autora: Alicia Rodríguez
Fotomontaje: Luis Fernando Ramos