Siempre me pareció una idea excelente que el colofón de la temporada fuera la final de Copa. Es un broche brillante, un partido donde te juegas un título, en el que cualquier acción puede marcar el designio del encuentro y ya no hay modo de arreglarlo, donde pase lo que pase ya no habrá otra oportunidad la semana próxima. Todo o nada. Nervios a flor de piel. Corazones trabajando a máxima potencia. Ilusión y desesperación juntas de la mano. Sonrisas y lágrimas.
Esta final que se celebrará en Granada cuenta con un aliciente extra, no deportivo pero importante a mi entender, y es que Su Majestad la Reina de España Doña Leticia asistirá al estadio de los Carmenes y presenciará el partido en directo. Esto, profese cada cual los colores que prefiera, supone para el fútbol femenino un aval de asentamiento, de importancia y de merecida igualdad respecto al fútbol masculino. Es otro pasito adelante más, sólo un pasito, pero seguimos avanzando.
En cuanto a lo meramente deportivo hay que destacar la irrupción con total merecimiento de la Real Sociedad rompiendo de esta manera el dúo que se había consolidado como finalista en las últimas ediciones. Las jugadoras de Zubieta se verán las caras con las del Atlético de Madrid, dándose la casualidad que ambas escuadras se enfrentaron una semana antes en la última jornada de la Liga Iberdrola, donde la Real Sociedad no se jugaba nada salvo el honor de ganar un partido, y para el Atlético de Madrid estaba en liza nada más y nada menos que el título de liga.
Ganaron las rojiblancas por uno a tres, pero ojo que nadie se llame a engaño, nada, absolutamente nada tiene que ver aquel partido con éste. Esto es una final, toda una final. Aunque el Atleti ganó la liga, aunque se le pudiera poner la vitola de favorito, en la final de Copa nadie parte con ventaja, casi podíamos añadir que nada importa lo que hayas realizado anteriormente, ni siquiera en el momento de forma o anímico en el que llegues. Son noventa minutos a pecho descubierto. Se puede encarar el encuentro a la defensiva, controlando o al ataque, como cada uno desee, pero con la percepción de que un mínimo fallo puede dar al traste con todo lo planeado.
Para las que no respiran en blanquiazul o en rojiblanco será un partido divertido, ameno, vibrante, emocionante y apasionante. Para los que el sentimiento se decanta por alguno de los finalistas serán noventa minutos, o más, cargados de emoción y sufrimiento hasta el pitido final de la colegiada. Para todos en general será la gran fiesta de este fútbol que tanto nos gusta, el fútbol femenino.
Autor: Emilio Mahugo
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