La primera jornada de la Liga F se aplazará porque las arbitras y las árbitras asistentes han decidido ir a la huelga. Se veía venir. Y es que el problema actual de indefinición sobre el salario que deben recibir los cuartetos arbitrales es escandaloso.
Señoras y señores, no es de recibo que se hable con pompa y señorío y aires de grandeza de una Liga Profesional de Fútbol Femenino. Así no. Hay que hacer las cosas bien desde el principio y atar todos los cabos sueltos. Hemos contemplado con estupor como a falta de una semana para el inicio de la gran Liga F, el súmum de la profesionalidad, había aún tres asuntos por zanjar.
El primero de ellos era el referente al número de extranjeras o, para mejor decir, jugadoras extracomunitarias permitido. Entre las dos de la RFEF y las ilimitadas de la LPFF, el CSD decidió, el 4 de septiembre, que fuesen nueve y en el campo no más de cinco a la vez, con intención de rebajar esas cantidades.
El segundo los derechos televisivos. Al final se los llevó DAZN por 35 millones en cinco años. Un acuerdo que se rubricó el 5 de septiembre y da una dudosa visibilidad a esta categoría futbolística, al tener que pagar por ver partidos.
Finalmente, la tercera cuestión, que es, a tenor de lo visto, la que menos importa. El pecunio arbitral. Supone una cantidad pequeña a desembolsar. Pero esa indefinición es jugar con el pan de las trencillas mientras quienes han de decidir la cantidad andan siempre a la greña. En todos los asuntos es así. De hecho, dice la LPFF en una nota de prensa de última hora que «el colectivo arbitral está siendo engañado por el Presidente de la RFEF» y hablan de una supuesta oferta por su parte de «cuadruplicar el sueldo del colectivo arbitral»… Sin comentarios.
Comunicado arbitral
Es por eso, por lo que las árbitras y árbitras asistentes, el colectivo quizás más denostado, sobre todo por aficionados y entrenadores, han emitido un comunicado. En él manifiestan que «se van a la huelga de manera unánime». Continúan explicando que han decidido «no dirigir ningún encuentro de este campeonato en las condiciones actuales de indefinición de su situación laboral y económica».
«En el contexto de una nueva competición profesional, consideramos que el arbitraje femenino debe tener unas condiciones mínimas para el ejercicio de nuestra actividad«, opinan, para a continuación indicar lo que parece evidente. «No es concebible que el estamento arbitral sea el único que quede al margen de un crecimiento que consideramos tan justo como necesario».
Continúan el comunicado asegurando que «desean prestar el mejor servicio posible al fútbol» y entienden que eso pasa «necesariamente por tener unas condiciones laborales mínimas, asimilables a las del estamento arbitral de la competición profesional masculina».
Añaden que eso «implica poder disponer de unas condiciones laborales asimilables que nos permitan dedicar el tiempo necesario imprescindible que requiere estar en una competición profesional».
«Estamos deseando volver a pisar los terrenos de juego, pero con las condiciones adecuadas», concluye el comunicado.
Realidad
Empieza mal la llamada Liga F. Merecidamente. No se puede, ni se debe, trabajar arduamente para ingresar millones mientras se aparca en el olvido a un colectivo que no se enriquece precisamente con su trabajo.
Recordemos que las propias jugadoras, por muy profesional que se autocalifique la Liga F, tienen por resolver la renovación del convenio colectivo, un convenio que lograron que se firmase al fin ellas mismas. ¿Cómo? Convocando una huelga que puso a toda la opinión pública, como no podía ser de otra manera, a su favor.
Parece que va a ser verdad el refrán que sentencia que quien no llora no mama. Así pasa en el fútbol femenino. Hay demasiados actores en las negociaciones que realizan una mala película al estar alimentada por intereses económicos, vanidades y afanes de protagonismos que eclipsan el papel de las verdaderas estrellas, las verdaderas protagonistas, las Reinas del balón y del arbitraje.
Autor: Luis Fernando Ramos
Fotografías: RFEF