Por fin llegaba la deseado final del Europeo Sub-17 que confrontaba nuevamente a dos selecciones con una rivalidad histórica, dos países que desde siempre han sido rivales y contrincantes encarnecidos, dos países vecinos con dos lenguas muy parecidas pero que desde que se conoce el fútbol han mantenido un pulso continuo para superar a sus vecinas.
Holanda venía de eliminar con solvencia a España, con un juego muy sólido, con una férrea defensa y una gran calidad en la zona de tres cuartos en adelante, una selección que se gusta con el balón pero que no tiene reparos en jugar en largo para aprovechar la gran calidad de sus jugadoras de ataque. Enfrente la campeonísima Alemania, una selección que casi siempre está en las finales de las máximas competiciones internacionales y que es la máxima galardonada a nivel continental en esta categoría. Había eliminado con solvencia y superioridad manifiesta a una correosa Portugal y se presentaba a una nueva final con el aliciente añadido de poder superar en ésta al equipo Orange.
Los primeros compases del partido fueron de mayor dominio de las neerlandesas, quienes dominaban el balón y salían con solvencia desde atrás. Las primeras llegadas, de hecho, fueron de las de naranja que se acercaban con peligro a las inmediaciones de la meta germana, si bien sin inquietar ni exigir en demasía a la cancerbera.
No obstante, esos primeros instantes titubeantes de las alemanas, fueron contrarrestados a partir del cuarto de hora cuando empezaron a estirar sus líneas y a creer que quizás la mejor forma de contrarrestar el dominio holandés era, además de hacerlo, intentar una presión más alta para dificultar la salida de balón. A partir de ahí y de tener un porcentaje más alto de posesión, las alemanas empezaron a merodear la portería de Dinkla a quien comenzaron a poner en apuros. Primero en un disparo desde la frontal, con una gran reacción de la cancerbera a disparo de Corley y posteriormente en otra llegada de Weidauer.
El gol alemán llegaría en un balón que se inició desde la esquina y que merodeó el área neerlandesa de un lado al otro disponiendo las alemanas de hasta tres ocasiones consecutivas para marcar en la misma jugada. Primero fue Woldmann, posteriormente Steck y quien finalmente encontró el premio del gol empujando el balón a la red fue te fue la citada Weidauer, aprovechando una gran asistencia de Corley.
Todo parecía indicar que el vendaval alemán podía hacer acto de presencia sobre el rectángulo de juego, pero ahí estaba una de las jugadoras claves del equipo dirigido por Robert de Pauw para acallar el empuje de las germanas. La goleadora Tromp, que tan buena imagen ha dejado en este campeonato y que se encargó de finiquitar a España con sus acciones, volvía a aparecer para marcar un golazo de disparo cruzado desde el lado izquierdo del ataque. Tromp es una de esas jugadoras que apunta maneras para convertirse en una jugadora top en las próximas fechas.
A partir de ese momento y hasta el descanso sólo cabe destacar a nivel de ocasiones los disparos de Tromp por el lado holandés y por parte alemana en las botas de Rohde, porque ambos conjuntos temporizaron esfuerzos, conscientes de la capacidad de hacer daño de su oponente y no querían correr excesivos riesgos. Las alemanas, que habían conseguido sacarse de encima el buen hacer holandés de los primeros minutos e incluso habían conseguido ponerse por delante en el marcador, habían visto como las holandesas, como ya les sucediera en el partido que las había enfrentado en la fase de grupos, conseguían inmediatamente igualar el marcador y seguían dando síntomas de poder superarlas nuevamente en el juego y el marcador como en el primer envite. De ahí las precauciones de unas y otras buscando el descanso ante un torneo de varios días como éste, y quizás esperando recibir nuevas instrucciones de cara a superar al rival que ya tenían y las tenía estudiadas.
El segundo tiempo se inició al igual que había acabado el primer acto, ambos equipos seguían más temerosos de lo que podría hacer el rival que del daño que le podría causar por sí mismo. Se estaba viendo a una Alemania desconocida hasta ese momento, quizás las alemanas estaban aún pensando y teniendo presente la derrota de la primera fase frente a las holandesas, y éstas, aunque lo intentaban y querían tener el control del esférico, sus atacantes no estaban ya tan frescas de piernas como en la semifinal, y es que no olvidemos que estas jugadoras, aunque internacionales tienen 16 años en su gran mayoría y estaban en una final, y esa presión tiene que salir en algún momento.
En el minuto 70 la gran oportunidad de las holandesas de adelantarse en el camino hacia el título. Un balón colgado desde el lado derecho del ataque Orange era perfectamente cabeceado por Brugts abajo, y cuando parecía que el balón acabaría en el fondo de las mallas aparecía la acción felina de la portera germana Nelles para detener un balón que parecía imposible.
El partido discurrió en idas y venidas de un área a la otra, pero sin excesivo peligro. Hasta que llegó el típico arreón de los minutos finales en los que nadie quiere llegar a tener que decidir el encuentro desde el punto de penalti y, además, en esos minutos en los que selecciones experimentadas y de tradición, como las que estaban sobre el verde esta tarde, se mueven como pez en el agua, especialmente las alemanas, que intentaron en diferentes ocasiones ahorrarse los once metros. Primero fue Weidauer que tuvo en sus botas el gol, pero su disparo cruzado lo fue demasiado después del gran servicio de Siefert. Antes del final del partido, con una Holanda encerrada atrás más preocupada de alejar el balón de su área que no de atacar, fueron Rohde y Siefert quienes tuvieron tímidos intentos para evitar los penaltis.
Y lo mejor estaba por llegar. El partido había finalizado en empate y nos tenía que llegar en la forma quizás más cruel de decidir el ganador de un campeonato. Los penaltis iban a dictar sentencia. Para afrontarlos las porteras iban a adquirir su dosis de protagonismo casi exclusivo, y Holanda, como hiciera Van Gaal hace unos campeonatos del mundo, cambió su portera a un minuto del final del partido, buscando que la especialidad o mayor acierto de aquella las llevaría al cetro europeo.
La tanda la inició Holanda y acto seguido fueron intercalándose los disparos. En los 4 primeros, dos por equipo, pareció que las porteras poco tenían que hacer ante el acierto y maestría mostrados en los disparos. Pero ahí nos tenían la grata sorpresa de ver que a partir de ese momento las porteras, tanto la holandesa como la alemana, tanto Alkemade como Nelles, demostraron su calidad, su clase, su intuición y todo lo que tiene que tener una portera para afrontar la difícil papeleta de ser decisiva en los lanzamientos desde los 11 metros. Y se fueron sucediendo las paradas, a cada cual más espectacular, hasta que llegó el momento decisivo en el que la central alemana Schiemann colocó un balón imposible a la escuadra holandesa y llevó la máxima alegría a las suyas, y la máxima decepción en el cuadro holandés. Alemania, la de casi siempre, volvía a hacerse con el título continental, aumentando la diferencia en cuanto a entorchados se refiere en esta categoría.
Alineaciones
Alemania: 1. Nelles (PO), 2. Brand (Seifert 75’), 4. Steck, 6. Gräwe, 7. Woldmann (Pollack 58’), 8. Rohde, 9. Weidauer, 10. Corley ©(Kowalski 75’), 11. Wamser, 13. Von Achten, 17. Schiemann.
Holanda: 1. Claire Dinkla (Alkemade 90+1) 3. Marti Auée, 4. Samantha Van Diemen, 5. Brandau, 6. Dana Foederer ©, 7. Ella Peddemors, 8. Abali, 9. Nikita Tromp, 11. Esmee Brugts, 12. Kim Everests, 20. Iris Stiekema.
Goles: 0-1 Weidauer 19’, 1-1 Tromp 21’.
Penaltis: 1-0 Tromp, 1-1 Weidauer, 2-1 De Vette, 2-2 Pollak, 2-2 Foederer para Nelles, 2-2 Steck para Alkemade, 2-2 Loonen para Nelles, 2-2 Rhodes para Alkemade, 2-2 Peddemors para Nelles, 2-2 Kowalski para Alkemade, 2-2 Brugts para Nelles, 2-3 marca Schiemann.
Colegiada. Iuliana Demetrescu (ROU)
Árbitros asistentes. Josefin Aronsson (SWE) y Francesca Di Monte (ITA)
Cuarto árbitro. Reelika Turi (EST)
Autor: Enric Solé Altarriba
Fotografía: