El encuentro tenía aires de auténtica final, es normal, son dos selecciones con potencial y con mucho fútbol en sus botas. Una pléyade de buenas futbolistas se dieron cita en el estadio Miyagi para dilucidar quien pasaría a semifinales, lo que casi equivale a tocar metal, y no, no me refiero a que las ganadoras iban a dar un concierto teloneando a Metallica o Def Leppard, sino que tendrían opciones de conseguir las medallas de oro, plata o bronce.
Emoción e incertidumbre
Puesto sobre el tapete la importancia del choque, resulta obvio que la emoción estaba asegurada. Los aficionados estuvieron con el corazón apretadito no solo los noventa minutos reglamentarios, no, sino que tuvieron un poco más de sufrimiento o de esperanza según como se midan los latidos. El partido concluyó con el cero a cero inicial y por tanto hubo que jugar los treinta de la prórroga. Y por si no hubiera sido suficiente, en esta media hora el balón no consintió en traspasar la línea de meta y conocer el sabor de las redes. Así, fuimos inevitablemente trasladados a la prueba de resistencia cardiaca más dura, salvaje e inhumana que jamás haya existido, la tanda de penaltis.
¡No va más!
No es momento para corazones pusilánimes, hay ateos que rezan, calvos que se tiran de los pelos, mancos que se muerden las uñas, todo es válido, todo es lícito, todo está permitido para sobrevivir a semejante desafío digno de haber salido de la cabeza más diabólica, cuando no de la de Satán mismo. La cuestión es que uno de los dos equipos ha de pasar, y llegados a esta tortura lo hace el más acertado, el que más fría tiene la mente en ese momento, o a quien los dioses, siempre caprichosos, le conceden el favor del instante. En este caso Canadá avanza a las semifinales y Brasil tiene que hacer las maletas y volver a casa.
Partido equilibrado
El encuentro fue muy parejo, la posesión así lo corrobora y aunque las del Sur tomaron más la iniciativa en la segunda mitad, las del Norte tampoco desdeñaron la idea de causar daño en la zaga rival y a punto estuvieron de conseguirlo aunque la pelota prefirió encontrarse con la madera.
Los minutos transcurrían y el resultado inicial continuaba soldado al luminoso y no hubo manera de colocar algún dígito nuevo. Sobre el verde no se escatimaba energía, el esfuerzo no se rebajaba, aunque el premio del gol quedó exento, no restando por tanto, otra cábala más que los lanzamientos desde el punto fatídico. En ese trance emergió la luz de la cancerbera canadiense que acertó en el momento más adecuado para ayudar a que su equipo continúe disfrutando de la experiencia olímpica y espere rival para las semifinales, la antesala del metal.
FICHA TÉCNICA
Canadá: Labbe, Lawrence, Gilles, Buchanan, Chapman (Riviere 109´), Scott, Quinn (Grosso 63´), Fleming, Sinclair, Beckie (Leon 107´)y Prince (Rose 63´ Huitema 115´).
Entrenadora: B. Priestman
Brasil: Barbara, Tamires, Rafaelle, Erika, Benites, Marta, Andressinha, Formiga (Angelina 73´), Duda (Andressa 102´), Debinha y Beatriz (Ludmila 59´).
Entrenadora: P. Sundhage
Amonestaciones: Tarjeta amarilla para los canadiendes Lawrence y Riviere. Vieron tarjeta las brasileñas Duda y Ludmila.
Árbitra: Stephanie Frappart (Fra).
Asistentes: Manuela Nicolosi (Fra) y Michelle O’Neill (Irl).
Cuarta árbitra: Esther Staubli (Sui).
Autor: Emilio Mahugo
Fotografías: Sam Robles / Seleção Feminina