Así es como este humilde apasionado del fútbol ubicaría a determinadas jugadoras de nuestro tiempo y de antaño. Estamos en año de Mundial y en Francia se está viendo partido tras partido que el fútbol femenino ha venido para quedarse e instaurarse como lo que siempre ha sido. Fútbol.
Pero este Mundial, con independencia de esa insana locura de la gente por su propia selección, nos dejará, al menos a este seguidor, las palabras de Marta, jugadora brasileña, realizadas al final del partido de octavos de final que su selección acababa de perder. Marta, una jugadora top, seguramente la más laureada de entre todas las jugadoras mundiales, habidas y por haber, al menos hasta este momento, realizaba unas declaraciones a pie de campo, que deben de ser un ejemplo para las generaciones presentes y futuras de este bendito deporte que es el fútbol.
Marta, brasileña, un país donde se ama el fútbol por encima de muchas otras cosas, donde se sigue jugando el fútbol como antaño, como uno recuerda que hacía de pequeño aquí, en plazas, plazoletas, la pared de casa y cualquier rincón que uno encontraba. A pesar de haber nacido en Brasil y de ese amor por el fútbol, es difícil poder llegar a practicarlo a nivel profesional y ni siquiera podemos imaginarnos cuánto de exponencialmente podría serlo para una niña, para una muchacha, para una mujer. Pero mostró su humildad, mostró su realidad, mostró el camino para las generaciones de futbolistas.
El fútbol femenino, que ya existe desde siempre, ha resurgido para quedarse, pero para ello sigue haciendo falta mucha lucha, mucho empuje, mucho sacrificio, y como ella misma dijo, muchas lágrimas que derramar. Porque entre otras cosas, hay gente que sigue sin verlo como un deporte y menos como un deporte para mujeres. Les parece algo antinatural.
Queda mucho camino aún, pero el recorrido hasta ahora es muy significativo, y hay que remarcar e incidir sobre esa importancia de lo luchado y conseguido hasta ahora, porque si uno tiene reciente todo ello y lo que ha costado, poseerá fuerzas, espíritu y corazón para lo que tenga que afrontar, para lo que venga a partir de ahora. Porque cuando algo funciona no gusta a todo el mundo. Hay demasiada gente pendiente de que uno se equivoque, de que uno meta la pata, para defenestrarlo e intentar enterrarlo.
Y ese porvenir, ese luchar, ese saber estar, y sobre todo ese no olvidar está en las manos de las presentes y sobre todo de las futuras generaciones. Hemos tenido la suerte de contar con luchadoras natas, con jugadoras que contra viento y marea, contra opiniones de sus allegados y amigos, han seguido luchando por su sueño, aunque pareciese utópico porque creían, porque sabían por lo que luchaban y lo que querían conseguir. Y día a día, entreno a entreno, lágrima a lágrima, han conseguido que su sueño fuera una realidad, y especialmente han conseguido que ese mismo sueño se fuera propagando y que hoy en día no sea nada utópico, no sea visto como una locura, sino más bien como una realidad a corto o medio plazo.
Jugadoras como Marta o su compañera de selección Formiga, ejemplos y cabezas visibles de muchas otras, de aquí y de allá, porque al final el fútbol es internacional, han dejado el Mundial, quizás su último Mundial, mandando un mensaje a las futuras generaciones. Primero valorad lo conseguido porque es la piedra a partir de la cual ir construyendo los cimientos del futuro. Y, sobre todo, luchad por esos cimientos, por esos sueños y que nadie se rinda antes de conseguirlos, aunque alguien aún de mirada muy limitada quiera hacerles perder o olvidar ese sueño.
Como dijo Marta, las jugadoras que han llevado al fútbol femenino a estar en primer orden del día, que han conseguido con su lucha y tenacidad que se las escuchará, que se las visualizara, son las mismas que ahora piden que las jugadoras que van llegando y las que llegarán no olviden de dónde se viene, lo que ha costado, lo que costará, y que valoren, que se esfuercen al máximo y que no desfallezcan. Ellas son el ejemplo de ese OLIMPO en el que cabrán todas, y que cada vez albergará a más eternas. Palabra de Marta “lloren en el inicio para sonreir al final”.
Autor: Enric Solé Altarriba
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