Años atrás, cuando nuestro fútbol era conocido por generar grandes expectativas en los diferentes campeonatos europeos y mundiales, y cita tras cita las ilusiones depositadas caían en saco roto, unas veces por méritos propios y otros por dudosas decisiones puntuales en los partidos de dichas citas, nuestro fútbol femenino era aún desconocido en el panorama internacional.
Apenas si aparecía destacado en alguna columna de algún forofo y amante del fútbol más allá del genero de quien lo practicara, que ya como quien ve el futuro quería poner de relieve la importancia y necesidad de dar relevancia a todas aquellas niñas, chicas o mujeres que llevaban años con una pasión inmensurable en sus corazones, pero que se veían arrastradas al ostracismo debido a una sociedad que en exceso seguía viviendo en siglos pasados.
Pero ellas seguían ahí, de forma desinteresada y como se debe de practicar un deporte, por simple pasión y amor por ese deporte. Quizás esa constancia, esa tenacidad, ese aguantar y remar contra viento y marea, derrocha más mérito lo que han conseguido generación tras generación, paso a paso, centímetro de césped a centímetro de césped, hasta conseguir poner a España en el panorama internacional. Como las mismas jugadoras de la selección reconocen de forma abierta, bien cuando están con sus propios clubes o con el combinado nacional, es el trabajo de muchas de ellas, muchas de las cuales ya no disfrutan activamente de su pasión, ese saber estar en todo momento y que, a pesar de que algunas personas no les han regalado nada precisamente, ha permitido que aunque fuera más tarde que temprano por fin se esté empezando a reconocer el oscuro trabajo de muchos años atrás y que ellas, las jugadoras, que poco a poco van profesionalizando este deporte, puedan ir subiendo peldaños en algo que está llamado a ser a gritos la gran sensación social y deportiva de este siglo, un mayor avance en la igualdad de género y de oportunidades, en este caso a través del deporte. No se trata de estar a la altura de los jugadores de fútbol, hay que ser realista, eso sería vender humo y no ser conscientes de donde se viene. Hay que subir peldaño a peldaño para que cada escalón superado quede bien asentado y no se dé un paso atrás. Si se quiere ir demasiado rápido podría provocar que fuera una simple burbuja que pasado cierto tiempo explotara y todo lo conseguido quedase en nada. Y el fútbol femenino ha venido para quedarse, en ningún caso para irse o ser pasajero.
Y en ese camino no podían faltar las primeras alegrías que irían llegando desde abajo, desde las categorías inferiores donde las más jóvenes, hoy ya no tanto, empezaban a dar muestras de que ese trabajo oscuro, en ningún caso considerado como válido hasta ese momento, empezaba a dar sus frutos. Desde los diferentes clubes, fueran masculinos con chicas jugando en ellos, o desde aquellos equipos exclusivamente femeninos, se había estado trabajando en la línea correcta. También los organismos oficiales, aunque sin hacerse eco ni excesivo bombo de ello, han apostado, y continúan haciéndolo de forma firme por el fútbol femenino. Pero como siempre, las apuestas en el deporte femenino son sensiblemente inferiores a las de las disciplinas de los hombres. Sin embargo, la tenacidad, la constancia y la creencia en una misma, son virtudes que llevan en su ADN las mujeres y de ahí que aun sin muchos recursos económicos y de instalaciones deportivas, en ocasiones con más bien poco, y un escaso reconocimiento mediático, ellas siguieron demostrando que con el tiempo se tendría que confiar en sus posibilidades y en sus capacidades. Al final es un balón, en un rectángulo de juego, más o menos verde, más natural o más artificial, y once contra once con el mismo objetivo: el gol para llevarse la victoria.
Y la selección absoluta no podía ser menos, y en Canadá hizo su primera aparición. Corría el año 2015, y después de algunos triunfos en Eurocopas y mundiales de categorías inferiores, por fin la selección absoluta conseguía un hito histórico, con mucho esfuerzo y trabajo detrás lograba su primera clasificación para la fase final de un Mundial.
Y en aquella selección que, lejos del reconocimiento y seguimiento que se está llevando a cabo en este Mundial que acaba de comenzar, viajaba sin tantas comodidades ni seguidores, se plantaba en Norteamérica con la firme intención de comer el máximo de experiencia posible, consciente de que aún quedaba mucho camino por recorrer, pero que las grandes citas, si no son para ganarlas, sí que deben de servir para aprender. Y nuestro fútbol aprendió, observó y estudió lo que se venía haciendo en otros países con mucha más tradición futbolística que el nuestro. A dicha cita fueron, como no, la que a la postre resultó ser la campeona del Mundo, Estados Unidos, un espejo para cualquiera que ame el fútbol, así como el resto de combinados nacionales de países nórdicos, quienes en Europa habían marcado el camino a seguir, selecciones europeas como Francia, Alemania e Inglaterra que estaban siguiendo caminos paralelos, pero más avanzados que en nuestro país, y luego las selecciones asiáticas, combinados que no sólo tenían una gran tradición futbolística a nivel de categorías inferiores, sino que estaban con un fútbol emergente que les hacía estar presente constantemente en el panorama internacional.
A aquella cita mundialista acudieron como convocadas hasta 12 jugadoras que este año 2019 repiten en el combinado nacional escogido por Jorge Vilda. Es decir que 1460 días después de esa primera cita mundialista, después del debut, doce de ellas podrán dar continuidad al viaje iniciado en Canadá y de paso podrán seguir haciendo historia para nuestro fútbol. Quizás de entre las doce, tres de ellas destacan especialmente por ser recordadas por una famosa foto que se hicieron en aquella cita y que han querido plasmar de nuevo como recuerdo bien presente. Nos referimos a Alexia Putellas, Amanda Sampedro y Jenny Hermoso. Y es que en la línea del Dare to Shine con el que se ha bautizado este Mundial, todas nuestras mundialistas se presentan a la cita mundialista con la máxima ilusión y las mismas ganas de hacer algo importante en esta cita, como si todas debutaran al mismo tiempo, en una nueva muestra de la gran armonía, complicidad y buen rollo que existe en este grupo de jugadoras.
Y fruto de esa armonía, pero especialmente de la evolución que está dando el fútbol español, y especialmente de la evolución que se está dando dentro de todos los equipos a nivel grupal, introduciendo a diferentes profesionales que abarquen las diferentes ramas que conlleva un equipo, en este caso de fútbol, las seleccionadas han podido disfrutar de diferentes sesiones de dinámica de grupo para reforzar el aspecto psicológico de las internacionales, especialmente de cara a su debut frente a Sudáfrica de este sábado 8 de junio. El aspecto psicológico, tratado y dirigido por profesionales se ha ido extendiendo a lo largo de los últimos años y en la selección no podía faltar aquella figura, hoy en día necesaria e imprescindible en un equipo profesional, como es la figura de un psicólogo, encarnado en la persona de Javier López Vallejo, quien ha puesto sobre la mesa, y en especial en las mentes de las jugadoras, la necesidad de poner en común los beneficios de cada una para de esta forma mejorar y fortalecer al grupo. De forma libre y espontánea, especialmente una de sus capitanas Marta Torrejón, han ido exponiendo y manifestando sus objetivos, reconociendo de la importancia del mayor seguimiento y apoyo que están teniendo, y que si algo quieren, como indicaba otra de las capitanas Amanda Sampedro, es con independencia del resultado estar satisfechas con el trabajo realizado y estar convencidas de que han dado todo lo que estaba en su mano.
Una curiosidad que ha estado presente en la concentración de la Roja el miércoles 5 de Junio, y dada la proximidad de la sede de la concentración de la selección en la localidad de Deauville, ciudad costera de Francia de Normandía, ha sido la celebración que del desembarco se estaba llevando a cabo a pocos kilómetros de allí, que en la concentración española ha tenido su presencia mediante los aviones conmemorativos de aquellas fechas históricas que sobrevolaron los campos de entreno de las pupilas de Vilda.
Este Mundial promete, y estas jugadoras darán mucho de qué hablar, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego porque la repercusión mediática y social de éstas, hoy en día ya consideradas estrellas y que merecen el seguimiento de todos, y especialmente de las más jóvenes que ya tienen jugadoras y no solamente jugadores en los que mirarse al espejo, no tiene fin y todos tenemos que estar con ellas para intentar impulsarlas a cotas más altas. No todos podemos tener la calma del seleccionador y esperar sólo una primera victoria, queremos ir más allá, no sólo paso a paso y la ilusión desborda a propios y extraños porque esta selección ilusiona.
Autor: Enric Solé Altarriba
Fotografía principal: Lorena Peña
Fotografía interior: