«Equal pay! Equal pay!». Todos recordamos ese coro de gargantas cantando al unísono tras la victoria de la selección de Estados Unidos en el mundial de Francia 2019.
La afición se hacía eco de la reivindicación de las jugadoras de la mejor selección del mundo, en lucha contra su propia federación por algo que creían que era más que justo: equiparar su sueldo al de la selección masculina, al igual que equiparar el trato y las condiciones que ambas recibían.
Ellas, campeonas del mundo en 1991, 1999, 2015 y 2019, medalla de oro en los JJ.OO. de 1996, 2004, 2008 y 2012…
¿Ellos? Bueno, quedaron terceros en el mundial de Uruguay de 1930 y llegaron a cuartos de final en el mundial de 2002.
Sin embargo, ellos reciben tratamiento preferente: mejores condiciones en los desplazamientos (vuelos chárter, hoteles de lujo…) y emolumentos mucho mayores por partido jugado, ya no digamos por partido ganado o por ganar campeonatos.
A muchos puede sonarles a pitorreo lo de los hoteles, pero no hace falta más que escuchar las declaraciones de Julie Foudy en el documental «LFG» («¡A por todas!» en español), en el que, con risa nerviosa relata las condiciones en las que estaba la selección que, a posteriori, ganaría el mundial de 1999. Cucarachas por todas partes.
Llegó la denuncia
Las condiciones mejoraron en estas dos décadas, la federación invirtió mucho dinero en el desarrollo del fútbol femenino pero, como decía Megan Rapinoe en ese mismo documental: «que hagas algo mejor que el resto, no quiere decir que el resto lo estés haciendo bien».
El 8 de marzo de 2019, las jugadoras de la selección femenina se plantaron y dijeron «¡basta!». Tras años tratando de mejorar sus condiciones de manera amistosa en los despachos de la federación, tras muchas excusas y promesas de sus dirigentes que quedaron en nada, plantaron una denuncia reclamando lo que consideraban que era justo para ellas: igualdad de condiciones que sus compañeros masculinos por hacer el mismo trabajo, ni más ni menos.
Durante todo este tiempo, la federación y las jugadoras trataron de acercar posturas, pero no llegaban a buen puerto. Finalmente, llegaron a juicio. La jueza terminó desestimando la causa de la igualdad salarial, adimitiendo a juicio las peticiones de igualdad de condiciones en el ámbito laboral.
Ni un centavo más, ni un centavo menos
La cosa no iba a quedar ahí. Las jugadoras reclamaban lo que era suyo, mientras que la federación argumentaba que ellas cobraban más que sus compañeros. En comparativa monetaria, sí era cierto que ellas cobraban más cantidad, pero poniendo todas las cifras sobra la mesa, se veía que no era así.
Para cobrar algo más de un millón de dólares que la selección masculina (en su conjunto), ellas había jugado prácticamente el doble de partidos que ellos, ganando todos los encuentros y clasificándose para todo lo habido y por haber.
Las jugadoras iban a recurrir la sentencia.
Un día para la historia
Hoy, 22 del 2 del 22, nos levantamos con la noticia de que ambas partes han llegado a un acuerdo. La federación accede a pagar 22 millones de dólares en salarios retroactivos como compensación directa a las jugadoras.
La federación también destinará 2 millones de dólares a un fondo dedicado a las jugadoras una vez terminen sus carreras, así como a fines benéficos relacionados. Cada jugadora podrá recibir hasta 50.000 dólares de este fondo. También serán ellas las encargadas de proponer cómo se repartiran esos 22 millones de dólares en atrasos.
Todo esto, claro está, pendiente de la aprobación y sentencia final de los jueces.
El acuerdo depende de la ratificación de un nuevo convenio colectivo entre el sindicato de jugadoras de la selección y la propia federación. El plazo para presentar el acuerdo expira a finales de marzo. Una vez ratificado, el juzgado debe programar la aprobación final del convenio.
Pese a que aún quedan flecos sueltos para firmar el convenio, la federación ha prometido la igualdad salarial entre las selecciones absolutas femenina y masculina en el futuro, tanto para partidos amistosos como para torneos y partidos del mundial.
Equal pay! Gran victoria
En declaraciones a The Athletic, Megan Rapinoe afirmó: «Estamos muy felices. Sentimos que ésta es una gran victoria. Obviamente, aún queda la firma del convenio colectivo, pero en él se incluirá la igualdad salarial, que es todo un avance. Aún no me lo creo. Llevamos tanto tiempo luchando en las trincheras por esto que todavía no alcanzo a entender la magnitud y el alcance que va a tener».
«Hemos hecho justicia para todas las jugadoras jóvenes, que no se vean sufriendo estas injusticias, pero también es una continuidad de la lucha y el legado de las jugadoras que estuvieron antes».
La nueva presidenta de la federación, Cindy Cone, una de las ganadoras del mundial de 1999, jugó un papel decisivo para que esta negociación llegase a buen puerto.
«Debemos estar muy agradecidas porque Cindy luchó muy duro para llegar a este punto. Ella, sabiendo y habiendo vivido esta situación en sus propias carnes, peor incluso de lo que nosotras hemos sufrido, es la gran campeona de todo este acuerdo, sabiendo toda la oposición a la que ha tenido que enfrentarse», añadió Rapinoe.
Confiando plenamente en que este acuerdo se materialice, éste supondría una gran victoria para las jugadoras, que antes de llegar a la denuncia, ya llevaban años lidiando con la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo de EE.UU.
Lucha de poderes en la federación
Al igual que sería una gran victoria para Cone, que se enfrenta a la reelección en su cargo contra Carlos Cordeiro. Cordeiro fue presidente de la federación gracias a sus promesas de equipar las selecciones masculina y femenina pero, a la hora de la verdad, todo quedó en agua de borrajas.
Cordeiro terminó dimitiendo del cargo tras estar en el ojo del huracán por consentir que el equipo legal de la federación afirmase públicamente que las jugadoras no podían percibir el mismo salario que los jugadores porque las mujeres son biológicamente inferiores a los hombres. En 2020.
El equipo legal fue despedido después del revuelo en medios y redes sociales y, pese a las disculpas públicas, Cordeiro terminó renunciando a su cargo.
El triunfo de Cone, en sus propias palabras «es un triunfo para todos. Es un gran paso adelante para la federación, para el equipo femenino, para el deporte femenino y para las mujeres en general».
«Como ya dije en más de una ocasión, resolver este litigio era una de mis prioridades. Me tomó más tiempo del esperado, pero ya es hora de seguir adelante».
Para el sindicato de las jugadoras de la selección, USWNTPA, «es un éxito increíble, pero aún queda trabajo. El acuerdo no entra en vigencia hasta que se ratifique el convenio colectivo».
Hoy, sin duda, en el mundo del fútbol femenino estamos de celebración. «Equal pay! Equal pay! LET’S FUCKING GO!»
Autora: Marga Martín
Fotografía: U.S. Soccer WNT